Soy Un Nudista Medio Frustrado

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Me encanta estar desnudo. Se siente tan cómodo y liberador. ¡Es incluso excitante!

Supongo que digo que soy un “nudista medio frustrado” porque realmente nunca he tenido la oportunidad de ser completamente abierto sobre cómo disfruto de la desnudez. Además, no he tenido muchas oportunidades de explorar el nudismo social. A lo largo de toda mi vida he tenido una experiencia interesante en relación con el nudismo.

De pequeño, recuerdo que mis padres tenían puntos de vista muy diferentes en cuanto al decoro. Mi mamá, por un lado, era muy conservadora y chapada a la antigua. Por otro lado, tuve un padre muy artístico y casi bohemio que provenía de una familia llena de personajes únicos. Creo que, si hubiera sido por mi papá, él habría estado desnudo en casa todo el tiempo. A pesar de eso, él vestía muy bien en lo que respecta a la vida pública. Sin embargo, le encantaba pasar en casa sólo con calzoncillos y nada más, lo cual era motivo de frustración para mi mamá. También dormía desnudo y no tenía reparos en quitarse toda la ropa cada vez que tenía la oportunidad.

Siendo yo el menor de 4 hermanos, pasaba bastante tiempo con mi papá, quien trabajaba desde casa la mayor parte del tiempo. Muy a menudo yo me pasaba las tardes con él en su taller en la casa, los dos sin nada más que los calzoncillos. Frecuentemente, nadábamos en la piscina de nuestro traspatio o nos duchábamos por la tarde, ambos totalmente desnudos. Para mí era de lo más natural. Sin embargo, siempre tuve la desaprobación de mi madre en mente; lo que alimentó toda una serie de inseguridades sobre mi cuerpo, desde que yo era niño.

Durante mi adolescencia, después de la separación de mis padres, viví principalmente con mi mamá y mis hermanos. Compartía mi habitación con uno de mis hermanos mayores. Eso no me gustaba para nada porque nunca sentí que tenía suficiente privacidad. Recuerdo que aprovechaba las pocas horas de soledad que tenía en las tardes después del colegio, mientras mi mamá y mis hermanos estaban en el trabajo; me encerraba en mi habitación y me desnudaba… También me refugiaba con frecuencia en el apartamento de mi papá, donde podía estar desnudo a mis anchas con él. Me encantaba cada precioso momento que podía estar desnudo, ya sea a solas o con mi papá.

Hubo un tiempo en que me di al arriesgado hábito de salir a caminar desnudo por el vecindario a media noche o de madrugada. Recuerdo la sensación estimulante de estar en la calle, completamente desnudo ¡Era muy excitante! Me encantaba caminar por los jardines y las entradas pavimentadas de las casas vecinas, sentir las diferentes texturas bajo mis pies descalzos y sentir el aire fresco alrededor de mi cuerpo. No hace falta decir que andaba muchas veces con tremenda erección. Luego, regresaba silenciosamente a casa y me masturbaba justo afuera de la casa, antes de volver a meterme en la cama. Seguí así, de forma intermitente, entre los 14 y los 17 años… ¡Tuve tanta suerte de que nunca me pillaron!

En 1990, mi mamá, mis hermanos y yo nos mudamos a Canadá. Empecé a ir a la universidad en Ottawa el año siguiente. Estaba tan desesperado por comenzar mi “propia vida” y ser más independiente. Me sentía asfixiado por mi familia y la interminable falta de privacidad. ¡A los 21 años, todavía compartía habitación con mi hermano mayor!

Haciendo caso omiso de las súplicas de mi mamá y de mi hermana, aproveché mi préstamo estudiantil y decidí alquilar una habitación que uno de mis compañeros de clase de la universidad estaba alquilando.

Jim, mi compañero de clase quien tenía el cuarto disponible, era un par de años mayor que yo; él tendría unos 25 años en ese entonces. Él era un deportista rubio, guapo y musculoso, con una manera de ser muy amable y muy llevadera. Vivía solo en un apartamento de tres habitaciones en el corazón del Glebe, en Ottawa, uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Su novia Caroline y su hermano menor Patrick llegaban de visita y se quedaban los fines de semana con frecuencia.

Cuando llegué a ver el apartamento, me llevé una agradable sorpresa cuando vi a Jim abrir la puerta vistiendo solo una camiseta sin mangas muy holgada y un par de shorts estilo bóxer. Me dio la bienvenida y procedió a mostrarme la habitación que sería la mía…

Cuando estábamos conversando acerca los detalles del alquiler de la habitación, me dijo que había algo que tenía que aclarar desde el principio para evitar sorpresas… “Normalmente ando desnudo en casa”, me dijo, “De hecho, me puse esta ropa nada más para recibirte”. Francamente, sentí una descarga de adrenalina y sentí que mi verga se me alborotó un poco en los pantalones. Procedí a decirle que yo también prefería estar desnudo y que me encantaría unírmele… Ambos nos reímos y, en menos de 30 segundos, los dos estábamos desnudos, bebiendo una cerveza y fijando la fecha de mi mudanza.

Los dos años que pasé viviendo con Jim fueron probablemente los mejores y más abiertos de mi experiencia nudista. Pude experimentar la libertad que nunca antes había tenido en ningún otro lugar. Jim y yo estábamos desnudos todo el tiempo en casa. El hecho de que yo fuera gay y que él fuera hetero tampoco fue un problema. Su novia se nos unía de vez en cuando pero, por lo general, usaba una camiseta extra grande, sin nada por debajo. Su hermano también se unía a andar desnudo la mayor parte del tiempo cuando nos visitaba. Era simplemente increíble, estar desnudo sin ninguna preocupación y con toda libertad.

En 1994, un par de años después de que terminé la universidad, y ya viviendo de nuevo con mi familia, conocí a Bill, el corpulento ex jugador de rugby que se convertiría en mi primera pareja a largo plazo, y la razón por la que terminé mudándome a Toronto. Bill tenía un enfoque muy saludable hacia la imagen corporal y el nudismo, y me ayudó a resolver muchos problemas de auto-aceptación. Cuando empezamos a salir, tampoco teníamos mucha libertad ni privacidad porque ambos estábamos viviendo con nuestras respectivas familias en ese momento.

Bill anunció que se mudaría a Toronto en septiembre de 1997 para obtener su maestría en la Universidad de Toronto; entonces yo decidí aprovechar la oportunidad para mudarme también. Conseguí un trabajo en una pequeña agencia de mercadeo y publicidad y me mudé a Toronto en enero de 1998.

Estar desnudo con Bill en casa era fácil ya él que tenía un enfoque muy informal en cuanto al nudismo casual. Aunque no lo hacíamos de manera constante, ninguno de los dos nos preocupábamos por ello y lo hacíamos con bastante regularidad. Desafortunadamente, mi relación con Bill llegó a su fin en el otoño de 1999. Así que me mudé solo a un apartamento de soltero.

En marzo del 2000 conocí a Gary, el apuesto hombre con quien comparto mi vida actualmente. Aunque Gary es una persona de mente muy abierta, tiene un enfoque un poco más conservador cuando se trata de nudismo. Duerme desnudo, pero eso es todo. Suele andar en casa en calzoncillos y camiseta. No le importa si estoy desnudo en la casa, pero es muy cuidadoso de tener las cortinas cerradas para evitar miradas curiosas desde el exterior. Además, él no tiene ningún interés en el nudismo social.

Entonces, hoy en día me encuentro desnudo casi solo. Tengo suerte de trabajar desde casa (al igual que mi papá) y poder hacerlo desnudo la mayor parte del tiempo. También practico masaje de relajación y la mayoría de mis clientes se desnudan para recibir el masaje. A veces me desnudo yo también para hacer el masaje, dependiendo del cliente y de nuestro nivel de comodidad mutuo. También tengo un par de amigos a quienes les gusta visitarme y ocasionalmente la pasamos desnudos juntos; pero no es algo que haga muy a menudo.

Como ven, mi práctica del nudismo no es nada del otro mundo. Simplemente me encanta estar desnudo y sentirme libre. Sigo soñando con la oportunidad de pasar más tiempo desnudo al aire libre en un centro de vacaciones nudista o incluso en un crucero. Quisiera vivir en una casa que tuviera un poco de terreno privado para poder salir libremente sin temor a que me vean los vecinos. También me gustaría tener un grupo de amigos nudistas cerca de mí con quienes pasar buenos ratos. Tener una pareja que no se interesa en el nudismo presenta sus desafíos, pero sigo pensando que no es imposible. ¡Tal vez algún día!